10 dic 2008

El rigor y la originalidad de la investigación


Rigor. Los criterios con que se evalua el rigor al que debe aspirar toda investigación depende del tipo de estudio que se pretenda llevar a cabo. No es lo mismo hablar de una investigación rigurosa en ciencia experimental que en filosofía. En aquella, precisar con detalle los experimentos realizados y los resultados obtenidos, asi como la interpretación que cabe darles, dando la posibilidad de esa manera a cualquier otro investigador de poner a prueba las afirmaciones constituyen criterios que permiten calificar de riguroso a un trabajo de investigación de ese tipo. En filosofía, donde las interpretaciones de los textos y las argumentaciones desarrolladas ocupan el centro de la escena, el rigor se manifiesta identificando con precisión las fuentes empleadas, interpretando los textos de nuestros adversarios y de quienes nos apoyan de manera caritativa y no forzada, y desarrollando argumentaciones sólidas (Cf. Bedau 1996). La posibilidad de que sus resultados sean controlados de manera intersubjetiva debe estar presente en toda investigación, no importa la naturaleza de la empresa cognoscitiva en la que se enmarque. Según Phillips y Pugh hay tres características que distinguen una buena investigación de otras actividades relacionadas con ella como la recopilación de información o la toma de decisiones: (1) la investigación esta basada en un sistema de pensamiento abierto, lo que significa que el investigador no se considera en posesión de las respuestas correctas sino de las preguntas adecuadas, y que ningún aspecto del saber tradicional esta a salvo de la revisión y el escrutinio crítico; (2) los investigadores deben trascender la mera descripción y analizar críticamente los datos que recogen; y (3) los investigadores deben generalizar sus resultados y al mismo tiempo especificar cuáles son los límites de sus generalizaciones (ver Phillips y Pugh 2001: 67-69). Ser consciente de los límites de la tarea a realizar –o realizada según el caso- y comunicarlos junto a sus resultados es uno de los indicadores más importantes para medir el rigor de una propuesta de investigación, no importa el tipo de investigación de que se trate[1].

Originalidad. La originalidad en un proyecto de investigación puede significar muchas cosas. Un error muy común en investigadores poco experimentados es considerar que la originalidad solo puede significar realizar un trabajo empírico no realizado nunca antes, o registrar por primera vez por escrito una información novedosa de vital importancia, o explorar áreas de conocimiento y plantear problemas que los especialistas jamás examinaron. Resulta claro que si se llevan a cabo algunas de las tareas antes descritas, el trabajo resultante será sumamente original. Pero no es necesario llegar a esos extremos. Un trabajo de investigación puede ser original por su tema, por su enfoque, por su presentación o por el contexto en el que se plantea. Es original continuar un trabajo original, propio o ajeno. O mostrar originalidad al someter a prueba las ideas de otro. También lo es realizar una síntesis que no se llevo a cabo anteriormente, o interpretar de manera novedosa un material muy conocido. Incluso resulta original ensayar en un país algo que sólo se experimentó en otros, o utilizar una técnica muy conocida en un área de conocimiento pero aplicada en otra diferente. En otras palabras, la exigencia de originalidad de la investigación no debe paralizar al investigador, quien debe obrar confiado en que, si realiza un trabajo honesto, simpre habrá algo original en su proyecto. El desafío cuando uno elabora un proyecto de investigación, es reflexionar y poner en evidencia en qué sentido su trabajo puede ser considerado original, y para ello es muy importante tener en cuenta las características específicas del área en el que se propone desarrollar las labores de investigación planeadas[2].
En nuestro caso, dado que debemos elaborar un proyecto de investigación en el área de filosofía del derecho, resulta relevante analizar como se pone de manifiesto la originalidad en los trabajos filosóficos en general. Nicholas Rescher sostiene que hay siete formas al menos en las que se pone de manifiesto la capacidad inventiva en un trabajo de filosofía: “… (1) Identificar asuntos fructíferos: proponer ideas y tópicos filosóficamente interesantes. (2) Plantear nuevas preguntas: discernir contradicciones y encontrar grupos aporéticos… Avistar nuevos problemas y asuntos que valgan la pena, que surjan de los nuevos refinamientos introducidos para abordar viejos problemas. (Nótese que la novedad es aquí un asunto de grado; siempre debe haber algunas conexiones con los asuntos preexistentes.) (3) Diseñar respuestas verosímiles: sostener nuevas tesis; construir nuevas teorías para responder a las nuevas preguntas que han venido a figurar en la agenda. (4) Verificar soluciones: diseñar argumentos para apoyar las tesis que nos proponemos aceptar como elementos de nuestra posición. (5) Trazar distinciones: introducir discriminaciones que nos permitan encontrar nuestra salida de situaciones aporéticas mediante refinamientos teóricos apropiados. (6) Proyectar nuestras concepciones: considerar nuevas posibilidades y elucidar sus relaciones e implicaciones. (7) Construir sistemas: consolidar cada uno de nuestros compromisos con referencia a otros, garantizando la coherencia y consonancia de las respuestas actuales con aquellas que nos inclinamos a dar a otras cuestionasen otras ocasiones…” (1995: 111-112). En este caso también encontramos dosis diferentes de originalidad. Es un error de muchos investigadores novatos proponerse como primer trabajo de investigación la elaboración de nuevas teorías sobre un campo temático o en casos extremos la erección de complejos y novedosos sistemas de pensamiento. Pero la mayoría de los trabajos interesantes que se publican en filosofía y filosofía del derecho se proponen cotas de originalidad mucho más modestas –y no por ello son menos importantes, sino más bien todo lo contrario-[3].


NOTAS

[1] La forma de clasificar los tipos de investigación varía según los distintos autores que tratan la cuestión. Comparar, por ejemplo lo que dicen al respecto Booth, Colomb y Williams (2001), Blaxter, Hughes y Tight (2000), y Phillips y Pugh (2001).
[2] Phillips y Pugh (2001: 83-85) presentan una lista con quince distintas definiciones de “originalidad”, que pueden ser empleadas según el contexto y el tipo de investigación a realizar. Sobre las diversas formas que puede asumir la originalidad que se exige a un proyecto de investigación, ver también Blaxter, Hughes y Tight 2000: 37-40.
[3] “La complejidad del filosofar da cuenta así de que hay lugar para contribuciones muy diferentes, que van desde el trabajo detallado de refinar las distinciones y pulir los argumentos, al más alto nivel de las nuevas tesis y teorías diseñadas por los grandes maestros innovadores.” (Rescher 1995: 112).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos Pablo,

Agradezco tan impecable e instructiva publicación. Me fué de mucha utilidad en la ampliación del concepto de "originalidad" en la metodología de la investigación.

La descripción que realizas sobre las dimensiones de la originalidad ( no sólo aquella referida al hecho de desarrollar la primera investigación sobre un tema)me sirvió para sustentar en mi planteamiento del problema la originalidad de la investigación que estoy llevando a cabo, ya no desde la perspectiva tradicional expuesta, sino a través de otras que mencionas, igualmente válidas..

Saludos.

Unknown dijo...

Erwin Bolivia me parce muy clara precisa y util y agradesco su publicacion